El camino a seguir
Iba yo pensando en el coche camino de Moralzarzal, bonito pueblo de la sierra de Madrid, cercano a Galapagar y en el que no se han hecho demasiados desmanes urbanísticos (que no es poco) lo fácil que debería ser hacer las cosas bien en el toreo, haciendo un pronóstico de lo que me iba a esperar esta tarde. Ya sabemos que el aficionado a los toros es un ser optimista por naturaleza, pero me parecía a mí que alguien en el ayuntamiento de Moralzarzal había encontrado la receta para preparar festejos suculentos.
Tómese una ganadería seria sobre el papel, p. ej. Victorino Martín (aunque yo en ésto de los toros ya no pongo la mano en el fuego ni por mi mismo) que va y lleva una corrida bien presentada (sin olvidar que Moralzarzal es plaza de tercera ¡eh!), seria por delante y por detrás (pero sin nada de lanzas ni pitones descomunales, más bien cornicorta, que conste) de seis toritos cárdenos o entrepelados, terciados, enmorrillados y en tipo, muy variada de comportamiento, allí hubo de todo, pero siempre reclamando la atención de público y toreros.
Añádase un cartel de matadores formado por:
1) un joven veterano, torero lidiador y con toda la barba para enfrentarse y lucir este tipo de corridas, honrado a carta cabal (p.ej. Luis Miguel Encabo).
2) una figura del toreo hecha a si misma, a la que nadie le ha regalado nada, sin apellidos ilustres y que nunca ha participado en la telebasura, con una mano izquierda poderosa, aunque teóricamente no atraviese por su mejor momento (se me ocurre El Cid sin ir más lejos).
3) Un joven que todavía tiene que decidir dónde quiere estar en el escalafón y encontrar su toreo, pero con ganas desmedidas, buenas maneras y hambre de triunfo (digamos que Luis Bolívar).
Compleméntese con una atención exquisita a los detalles dentro de la plaza: un tiro de mulillas bonito y bien enjaezado, unos mulilleros que saben lo que hacen, unos areneros bien uniformados, una tablilla donde se lee perfectamente ganadería, hierro, divisa, nombre del toro edad y peso en la báscula, una banda limitada sí (2 clarines, 1 trompeta, 3 saxofones, 1 tuba, 1 bombo y un tambor) pero tocando francamente bien pasodobles clásicos y otros no tanto y además divisas y banderillas de lujo.
Sírvase en una plaza moderna, cómoda, cubierta, de fácil acceso y precios razonables (entradas de tendido desde 25 euros) en tarde preciosa de sábado para no competir con el festejo dominguero de Las Ventas.
Ofrézcase a un público amable pero serio (una cosa no tiene por qué ser opuesta a la otra), con buena proporción de aficionados, que aplaude cuando tiene que aplaudir pero que también protesta cuando lo ve oportuno, atento a lo que ocurre en el ruedo y que empuja y anima a los matadores cuando nota que estos se entregan. Una pena sin embargo que ese público, en el que se encontraba la familia Martín al completo (Victorino Padre, hijo y sobrino Adolfo), bastante profesional afincado en la Sierra de Madrid, algún que otro buen aficionado de la capital y un crítico abrazafarolas de la televisión autonómica correspondiente ocupando un asiento en el callejón, a duras penas llegase a los dos tercios del aforo.
Con todos estos ingredientes se compone la bonita tarde que hemos vivido hoy en Moralzarzal. No voy a hacer la crítica de la corrida, que en este caso es lo menos importante, que podría haber salido bien, mal o regular, que esto nunca se sabe... (si a alguien le interesa, ahí va un link).
Por poner dos peros, (ya se sabe que la perfección es imposible en este mundo) criticar al presidente por ser demasiado complaciente con los matadores, al acceder al cambio de tercio con dos pares de banderillas cuando éstos lo pidieron (vaya perra que les ha dado con esto a algunos, que son 3 pares, ni 2 ni 4, no me pregunten por qué 3, pero así es) y la vuelta al ruedo al sexto toro, quizás excesiva pero la comprendo como un reconocimiento al ganadero por la bonita tarde que había brindado.
Creo que Moralzarzal nos ha demostrado como se pueden dar toros en una plaza de tercera sin perder ni un ápice de la seriedad y de la grandeza del TOREO, sin tener la sensación de que te han "tangado" la cartera y te han tomado el pelo, enseñándonos el camino que debemos seguir para ofrecer un espectáculo que guste tanto a público como a afición y nos haga estar deseando volver a una plaza. Tampoco es tan difícil ¿o sí?
Tómese una ganadería seria sobre el papel, p. ej. Victorino Martín (aunque yo en ésto de los toros ya no pongo la mano en el fuego ni por mi mismo) que va y lleva una corrida bien presentada (sin olvidar que Moralzarzal es plaza de tercera ¡eh!), seria por delante y por detrás (pero sin nada de lanzas ni pitones descomunales, más bien cornicorta, que conste) de seis toritos cárdenos o entrepelados, terciados, enmorrillados y en tipo, muy variada de comportamiento, allí hubo de todo, pero siempre reclamando la atención de público y toreros.
Añádase un cartel de matadores formado por:
1) un joven veterano, torero lidiador y con toda la barba para enfrentarse y lucir este tipo de corridas, honrado a carta cabal (p.ej. Luis Miguel Encabo).
2) una figura del toreo hecha a si misma, a la que nadie le ha regalado nada, sin apellidos ilustres y que nunca ha participado en la telebasura, con una mano izquierda poderosa, aunque teóricamente no atraviese por su mejor momento (se me ocurre El Cid sin ir más lejos).
3) Un joven que todavía tiene que decidir dónde quiere estar en el escalafón y encontrar su toreo, pero con ganas desmedidas, buenas maneras y hambre de triunfo (digamos que Luis Bolívar).
Compleméntese con una atención exquisita a los detalles dentro de la plaza: un tiro de mulillas bonito y bien enjaezado, unos mulilleros que saben lo que hacen, unos areneros bien uniformados, una tablilla donde se lee perfectamente ganadería, hierro, divisa, nombre del toro edad y peso en la báscula, una banda limitada sí (2 clarines, 1 trompeta, 3 saxofones, 1 tuba, 1 bombo y un tambor) pero tocando francamente bien pasodobles clásicos y otros no tanto y además divisas y banderillas de lujo.
Sírvase en una plaza moderna, cómoda, cubierta, de fácil acceso y precios razonables (entradas de tendido desde 25 euros) en tarde preciosa de sábado para no competir con el festejo dominguero de Las Ventas.
Ofrézcase a un público amable pero serio (una cosa no tiene por qué ser opuesta a la otra), con buena proporción de aficionados, que aplaude cuando tiene que aplaudir pero que también protesta cuando lo ve oportuno, atento a lo que ocurre en el ruedo y que empuja y anima a los matadores cuando nota que estos se entregan. Una pena sin embargo que ese público, en el que se encontraba la familia Martín al completo (Victorino Padre, hijo y sobrino Adolfo), bastante profesional afincado en la Sierra de Madrid, algún que otro buen aficionado de la capital y un crítico abrazafarolas de la televisión autonómica correspondiente ocupando un asiento en el callejón, a duras penas llegase a los dos tercios del aforo.
Con todos estos ingredientes se compone la bonita tarde que hemos vivido hoy en Moralzarzal. No voy a hacer la crítica de la corrida, que en este caso es lo menos importante, que podría haber salido bien, mal o regular, que esto nunca se sabe... (si a alguien le interesa, ahí va un link).
Por poner dos peros, (ya se sabe que la perfección es imposible en este mundo) criticar al presidente por ser demasiado complaciente con los matadores, al acceder al cambio de tercio con dos pares de banderillas cuando éstos lo pidieron (vaya perra que les ha dado con esto a algunos, que son 3 pares, ni 2 ni 4, no me pregunten por qué 3, pero así es) y la vuelta al ruedo al sexto toro, quizás excesiva pero la comprendo como un reconocimiento al ganadero por la bonita tarde que había brindado.
Creo que Moralzarzal nos ha demostrado como se pueden dar toros en una plaza de tercera sin perder ni un ápice de la seriedad y de la grandeza del TOREO, sin tener la sensación de que te han "tangado" la cartera y te han tomado el pelo, enseñándonos el camino que debemos seguir para ofrecer un espectáculo que guste tanto a público como a afición y nos haga estar deseando volver a una plaza. Tampoco es tan difícil ¿o sí?
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