De juampedro o de jandilla

Incluso si estás muerto no debes permitir que te entierren

16.5.08

Robar caramelos en la puerta del colegio

Lo del Cid ayer fue como robarle los caramelos a los niños en la puerta del colegio. O como ligar con la fea del grupo. Tiene el encanto de las collejas que dan los abusones a los niños pequeños. Y es que el Cid es mucho Cid. Demasiado Cid para los toros que tuvo delante. Estuvo enorme, en maestro, lo hizo todo tan fácil, tan sobrado que daba rabia. Por el toro que tenía delante. Yo rabiaba. Eso mismo, eso mismo, pero con un toro con más fuerza, más poderoso. Que sabemos que tú puedes.

Y es que estuvo enorme, en el segundo y sobre todo en el quinto. Dándole mano izquierda desde el principio, en el centro del platillo, sin probaturas. Fueron varias series de naturales enormes, sin reponerse, dejando la muleta muerta en el hocico para ligar, uno detras de otros naturales largos, precisos, profundos, en la distnacia justa, la larga, que es lo que convenía al toro, con la velocidad justa, despacio. Y un derechazo que iba para monumento, y no pudo ser porque el toro perdió las manos. Lástima. Y los recursos, como cuando en un adorno al final de faena que pensaba rematar por bajo el toro se le quedó, y le dió salida por alto, para no enmendarse. Eso es ser torero, eso es pensar delante de la cara del toro. Eso es estar en figura y verlo claro.

Y lástima de espada. Pero no pasa nada, el Cid demostró lo que es, lo que se ha cansado de demostrar en Madrid y que no terminan de reconocerle. Lo que demostró clamorosamente en Bilbao el año pasado. Y con toros significativamente parecidos a los del resto de la terna. Es la diferencia entre saber lo que hay que hacer y hacerlo y andar sin ideas, con probaturas, sin terminar de verlo claro, como Juan Bautista. O directamente saliendo a quitarle las moscas a los toros como Talavante.

Lástima de corrida del Pilar, con fondo de bravura, encastados y tratando de venirse arriba siempre, pero no siempre podían, por la mierda de la falta de fuerzas. Lástima, si hubiesen estado un poco más fuertes la felicidad ayer hubiese sido completa.